jueves, 24 de noviembre de 2011

Arte en construcción

Arte y artistas, constructor y constructores.
Si tenemos disposición y destreza con el uso de la virtud en el quehacer; podemos decir que estamos haciendo Arte. A esto se agrega la acepción hacia la búsqueda de la estética y esta como el estudio de la esencia y percepción de la belleza.
He escuchado demasiadas veces que la belleza es subjetiva o que está en el ojo de quién la mira… Yo veo aquí dos frases que si bien parecen decir lo mismo no lo hacen.
Por un lado, decir que la belleza es subjetiva puede llevarnos a pensar hacia dos corrientes, la primera hacia un capricho dogmático: Está bonito o feo por que yo digo. La segunda es usar el término subjetivo como lo opuesto a lo objetivo, es decir al objeto exterior. Esto nos va dando alguna clave de donde está la verdadera belleza.
Por otro lado hablar del ojo de quien la mira, nos invita a reflexionar en nuestra capacidad de percepción, así como de las limitantes internas construidas durante el transcurso de nuestra vida.
La belleza proviene de lo que es puro y sin mancha, es un resplandor que nos lleva a apreciar todas las obras tanto naturales como artificiales, ya sea en los seres como en las cosas.

Cito un breve texto del diálogo Fedro de Platón:
“De la justicia, pues, y de la sensatez y de cuanto hay de valioso para las almas no queda resplandor alguno en las imitaciones de aquí abajo, y sólo con esfuerzo y a través de órganos poco claros les es dado a unos pocos, apoyándose en las imágenes, intuir el género de lo representado. Pero ver el fulgor de la belleza se pudo entonces, cuando con el coro de bienaventurados teníamos a la vista la divina y dichosa visión, …” (Platón- Fedro)
Entonces me pregunto: ¿La belleza es un término que se usa de un modo tan simplón como lo hemos escuchado miles de veces?, ¿A caso proviene de esta materia cruda? ¿O no será que para encontrarla debemos trabajar un poco mas, desbastar mas profundo?
El acto creador lleva implícita la posibilidad de construcción y destrucción, el hacer y deshacer, el formar y deformar. Del mismo modo, el artista, en un ritual de transformación en co-creación, hace uso de ese mismo poder valiéndose de todas las formas a su alcance en la búsqueda de un fin superior.
Decía Kandinski:
“Si el artista es el sacerdote de la belleza, ésta debe buscarse según el mencionado principio de su valor interior”. (W. Kandinski – De lo espiritual en el arte)
El artista transforma los materiales, forzándolos a vivir, les imprime esa fuerza que fluye a través de si mismo, desde el autoconocimiento se libera en la autoexpresión. Es ahí donde confluyen las fuerzas integradoras que abren la conciencia, de lo trivial a lo sagrado, volviendo el Arte en Arte verdadero
Renunciar a la belleza habitual, el rechazo de la belleza exterior nos abre un horizonte antes no visto y de tal forma nos brinda la posibilidad de encontrar la belleza interior representada en el alma.
Todos contamos con la posibilidad de ser sublimes artistas de esta gran Obra, solo que algunos aún no nos damos cuenta.
Enrique Walbey
Escultor