Mordiéndose el pintor los labios, dirigiéndose, con la taza en la mano, hacia el retrato.
-Yo me quedaré con el verdadero Dorian –dijo tristemente.
-¿Es ese el verdadero Dorian? – exclamó el original, avanzando hacia él.
-¿Soy de veras, así?
- Exactamente.
-¡Qué maravilla Basil!
- Por lo menos así eres en apariencia. Pero éste no cambiará nunca.
Oscar Wilde, “El Retrato de Dorian Gray”.
En la Europa Medieval existía la creencia que toda persona tenía la capacidad de desdoblarse, es decir, el alma dejaba al cuerpo momentáneamente para materializarse como una entidad antropomorfa o en algunos casos zoomorfa (Doppelgänger es el término de origen alemán con el que se nombra a este fenómeno). La mayoría de las veces ese acto no era voluntario y el desprendimiento se llevaba a cabo cuando el individuo se encontraba en estado de inconsciencia.
Sin embargo, había quien tenía la facultad de llevar a cabo este trance de manera voluntaria, siendo esta práctica relacionada con la magia. Si consideramos a la obra de arte como una proyección del artista, como una especie de desdoblamiento… ¿Es el papel del creador similar al del hechicero?
Si la obra es un Doble Andante, ¿es posible que a través de ella tengamos un acercamiento a la esencia de quien la concibió?
Odette Paz.
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