miércoles, 6 de julio de 2011

Voces
                                                       Carlos Flores M.

La ética ha sido suplida por las modas, por la indolencia que nos lleva a continuar observando la vida desde ángulos obtusos, por aquello que no nos pide que reflexionemos, que luchemos por lo que es mejor, que veamos al otro lado del muro de prejuicios que nos reduce a lo vulgar. Negamos los valores que nos pueden vincular auténticamente con los demás y con sus modos de expresión. Nos detenemos ante aquellas manifestaciones a las que no estamos habituados y retrocedemos a la comodidad de la costumbre. Así en el territorio de la estética generalmente nos inclinamos por lo banal, nos inquieta lo que catalogamos como  ‘feo’ y recibimos lo que nos puede parecer áspero como un insulto personal. Mal concebimos la creatividad desde la perturbación espiritual que nos consume; comerciamos con lo barato de las formas, con lo chato en el color, con lo que no modifique el buen concepto que hemos fabricado de nosotros mismos: tenemos que ser similares a los demás aunque resultemos faltos de identidad. Temerosos nos tapamos los oídos y eludimos la voz que nos veta la máscara, que nos menciona la irresponsabilidad, que nos desnuda. Reacios a la intención que pueda proyectar la sombra que señala lo humano, desviamos la mirada y maldecimos. Entonces nos unimos a nuestros iguales para censurar eso que nos enfada, fantaseamos tal vez, en que alguien pueda gustar de un coro de ciegos que desafina, aunque sus despropósitos estén en completa discordancia con la libertad, y con la comprensión que ésta exige para con nosotros y para con los demás. Posiblemente olvidamos el haber consagrado cívicamente el derecho a la libre expresión. Gracias a ello tenemos la posibilidad de exteriorizar opiniones frente a lo que no nos convence o para optar por lo que deseamos, nuestro privilegio. Sería comprometido acallar la palabra de los demás, propiciaríamos que la nuestra fuera silenciada. Más bien, favorezcamos la ampliación de espacios para ser escuchados, así todos tendremos voz. En este país, en nuestro tiempo.
Bibliografía:

Michel Foucault, Las Palabras y las Cosas, siglo xxi editores, México, 1990.
Norbert Bilbeny, La revolución en la ética. Editorial Anagrama, S. A., España, 1997
Xavier Rubert de Ventos, La estética y sus herejías. Editorial Anagrama S. A., España, 1980


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