jueves, 1 de septiembre de 2011

Una temporada en el infierno (Fragmento)



Antaño, si recuerdo bien, mi vida era un festín en el que se abrían todos los corazones, en el que todos los vinos hacían torrentes.
Una noche, senté a la Belleza sobre mis rodillas. - Y la encontré acerba. -
Y la injurié.
Me armé contra la justicia.
Y escapé. ¡Oh hechiceras, oh miseria, oh aversión, es a ustedes solamente que confié mi tesoro!
Logré diluir en mi espíritu toda esperanza humana. Sobre todo júbilo, para estrangularlo,
hice el salto cauteloso de la bestia feroz.
Llamé a los verdugos para morder la culata de sus fusiles mientras perecía. 
Llamé a los flagelos para ahogar con arena, la sangre. La desgracia fue mi dios. 
Me revolqué en el barro. Me sequé con el aire del crimen. Aposté con la locura.
Y la primavera me brindó la risa repugnante del idiota.
Pero, cuando estaba casi por decir adiós, resolví buscar la llave que me abriera las puertas del festín antiguo, donde quizás recuperaría el apetito.
La caridad es esa llave. - ¡Esta afirmación comprueba que estuve en un sueño!

                                                                                                   Arthur Rimbaud. 
                                                                                            Abril-Agosto de 1873.

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